La tecnología se ha incrustado en la vida de las comunidades, especialmente de aquellos ciudadanos que encuentran en ella una solución o una respuesta a sus múltiples necesidades.
Es por eso que el concepto de ciudades inteligentes (o smartcities) ha llegado para quedarse, especialmente cuando uno de los focos más importantes tiene que ver con el uso de la tecnología digital y el desarrollo de infraestructura, para mejorar la calidad de vida de las personas.
Es clave destacar que una ciudad inteligente es aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo, sin dejar de implementar Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la gestión urbana, acompañada de grandes proyectos de infraestructura. Además, aprovecha su incorporación para usar estos elementos como herramientas que estimulan la formación de un gobierno eficiente. Es aquí donde los territorios deben incluir procesos de planificación colaborativa y participación ciudadana.
De ahí la necesidad de que tanto el sector público como el privado, a través de las Alianzas Público-Privadas (APP), aúnen esfuerzos y se conviertan en el medio por el cual se facilite la creación y gestión de ciudades inteligentes.
En ese camino, América Latina, por ejemplo, se ha ido urbanizando cada vez más gracias a las grandes transformaciones que ha sufrido con el paso del tiempo, apostándole a la modernización de sus políticas y al desarrollo de nuevas tecnologías, con el firme propósito de irse transformando en ciudades, cada vez, más inteligentes.
Es inevitable reconocer que el desarrollo de los territorios, en relación con las ciudades inteligentes, se debe en gran medida a las APP que le han permitido al sector social obtener grandes avances en materia de infraestructura, comunicación y servicios, entre otros. Es por eso que establecer estas alianzas permite agilizar los procesos en el área económica y de mano de obra especializada, e incluso un manejo eficiente de los recursos.
Por ejemplo, para el caso colombiano, un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de mayo de 2019 muestra que las APP han sido notables para el mejoramiento de la infraestructura vial del país. “El proyecto de infraestructura vial ‘Cuarta Generación de Concesiones Carreteras o 4G’ de Colombia es el resultado de un largo proceso de aprendizaje que inició en 1994 y que hoy muestra avances significativos”, cita el documento, el cual complementa que “el proyecto incluye 1.370 kilómetros de carreteras de cuatro carriles, además de 159 túneles con una longitud de 141 kilómetros. Se divide en 7 subproyectos regionales que suman un total de 27 carreteras, para un total de 40 proyectos de APP”.
Esto demuestra el impacto de las APP en el desarrollo de las regiones y, en particular, de las ciudades. De acuerdo con el mismo informe del BID, los resultados del proyecto son: “30% de ahorro en tiempos de viaje” y “20% de ahorro en costos de operación vehicular”, sin mencionar que la idea es “impactar directamente en sus niveles de productividad, con el fin de incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) y reducir el desempleo, tanto a corto plazo, en la etapa de construcción entre 2014 y 2022; como a largo plazo en su periodo de operación a partir de 2019 y 2020”.
Este tipo de desarrollo coincide con el concepto del ‘Plan Nacional de Ciudades Inteligentes de España (2015)’, el cual plantea que la idea de las smartcities es “mejorar la calidad de vida y la accesibilidad de sus habitantes, y asegurar un desarrollo sostenible económico, social y ambiental que vaya en mejora permanente”.
Así queda demostrada la importancia que tienen las APP, pues resulta el mecanismo idóneo de gestión para apoyar el desarrollo integral de ciudades inteligentes y sostenibles.
Pero la tarea continúa, porque si se mira hacia países como España, Singapur y Dubai, que han sido un claro ejemplo del rol fundamental que juegan las APP para el impulso de ciudades inteligentes, los centros urbanos de América Latina y, por supuesto de Colombia, tienen mucho trabajo por delante. Para citar un ejemplo: en la Unión Europea más de la mitad de sus ciudades son consideradas como ciudades inteligentes, exactamente 240 de las 468 ciudades, entre las que cabe destacar a Londres, París, Ámsterdam, Berlín y Múnich.
Aunque hay avances claros y un camino por recorrer, no queda duda de que las Alianzas Público-Privadas son un factor esencial en la construcción de las ciudades inteligentes, que ponga a sus pobladores en el centro del desarrollo.
ALGUNAS FUENTES: